Durante años, para cinéfilos y demás seguidores de la obra de Oliver Stone, la sola mención del nombre «Gordon Gekko», era como hacer alusión a una especie de Satanás con corbata. No era para menos, corrían los años 80 y en medio de la vorágine del consumismo, justo cuando el capitalismo de la era Reagan se sentaba en el trono mundial, sonriendo frente al cadáver de la Unión Soviética, Stone nos lanzaba sin paracaídas al hocico de la bestia hambrienta.
¿Exagerado? Tal vez, pero la primera parte de «Wall Street», deja al espectador sintiendo la ansiedad de los corredores de bolsa que ya no pueden gritar más al vender o comprar, sintiendo como sus corbatas son más nudos de la horca para su sistema nervioso que piezas de vestir.
En Wall Street 2 fue subtitulada «El Dinero Nunca Duerme». Aparte de la expectativa que genera toda nueva obra de este director, quien nos ha llevado desde las sangrientas selvas del Vietnam de los 60’s hasta los abismos psicodélicos de un Jim Morrison en The Doors, la película traía la misteriosa distinción de ser la única ocasión en que Stone se dignaba filmar una secuela.
El título, de primera entrada, da la impresión de un animal hambriento que nunca deja de acechar a su presa, nada más apropiado cuando se trata de imaginar a un Gordon Gekko enjaulado y desesperado por salir. Hasta que , en efecto, sale.
A partir de ese momento, las similitudes con la primera parte desaparecen. Cierto, tiene que haber una evolución, pero existe cierta deuda con los personajes que no se puede ignorar. El principal de ellos es la calle misma. El Wall Street de esta entrega no está tan presente y las escenas en la bolsa, que antes eran francamente una carnicería financiera, se ven reducidas a unas pocas intervenciones en las que se nos hacer saber que sí, efectivamente debe ser un ambiente muy duro y estresante, pero jamás al nivel casi claustrofóbico de la anterior.
Si les hablo mucho del personaje de Gekko corro el riesgo de caer en los odiados spoilers, pero sí puedo adelantar que, a pesar de que sabe esperar para hacer su jugada, está suavizado con los años, por lo que le vemos cierto tinte de antihéroe en ocasiones, cosa que dista mucho de su ya famosa personalidad. ¿que una buena temporada en la cárcel puede suavizar a cualquiera? Perfecto, pero más que el personaje, es la película la que pareciera haberse suavizado, algo que decepciona un poco, principalmente por la riqueza de oportunidades para buenas historias que presenta el situarse en medio del descalabre económico del cual el mundo apenas se está recuperando.
Los economistas probablemente estarán felices, pues la cinta tiene extensas escenas habladas en su idioma, mientras se relega al papel de espectadores lejanos a quienes no cuentan (o no les ha interesado) el tema de la terminología bancaria, las finanzas o los trucos bursátiles.
Las actuaciones sufren un poco también y algunas situaciones son poco creíbles, particularmente, la pensar que todos los rumores que se sueltan en los baños de hombres, vengan de quien vengan, pueden iniciar reacciones de repercusión mundial para las empresas sobre las cuales chismean, en cuestión de días, por cierto.
Un cameo de Charlie Sheen lo hace a uno levantarse un poco del asiento, tal vez con la esperanza de una nueva confrontación, pero no pasa de ser un simple guiño a quienes, como yo, esperábamos algo más parecido a la primera.
Como película aparte, tal vez habría sentido que estuve frente a una buena película, sin ser sobresaliente, esto por que Stone no deja de ser bueno en lo que hace. Sin embargo, estando ante una muy anunciada segunda parte de Wall Street, la sensación que le queda a uno es que tal vez el director se arriesgó a hacerla más por dinero, que por una nueva historia que contar. De ser así el caso, se podría comprobar que, efectivamente, El Dinero nunca duerme, pero cuando lo hace ronca, pues no tiene muchas cosas nuevas qué contar.
-Walter Campos
A mí, para ser sincero, lo que me gustó fué la canción de Brian Eno «Home». La película era como elástico de calzón viejo, floja. Me quedo con la primera.
Totalmente de acuerdo!… Ni me di cuenta de «home», imagináte!
-W