
Hace exactamente una hora que terminé de ver las 127 de Danny Boyle y aún me siento dentro de la película. Eso es buena señal. Buenísima.
Me ardían los dedos por comenzar a escribir esto así que, aquí va.
Sin que tengan que preocuparse por ningún spoiler, saquemos la trama de en medio para poder continuar. Ok. La trama: Aron Ralston, escalador, cletero de montaña y en general adicto a la adrenalina, se va a pegarse su ride de fin de semana a un paraje rocoso, lejano y lleno de grutas, precipicios y una larga lista de peligrosos etcéteras. Cae en una grieta mientras una piedra del tamaño de un televisor grande cae junto con él. La piedra queda atorada a su lado en la grieta. Leve detalle, le prensa el brazo a Aron y éste queda atrapado. Eso es lo que les tengo en cuanto a la trama de 127 horas.
Ahora, ¿qué puede suceder en una película que se sitúa en un espacio del tamaño de un closet, con la cámara a 50 centímetros del protagonista quien, por supuesto no se puede mover? La respuesta, la deliciosa respuesta es: todo lo que el cine permita. De paso, basado en una historia de la vida real.
El director Danny Boyle es como un chiquillo de 15 que acaba de recibir como regalo de navidad la cámara que esperó durante todo el año. Emocionado hasta un punto frenético por utilizar cada recurso que el cine permite. Esto , que en otros podría resultar en un simple catálogo de efectos especiales, en manos de este señor se transforma en una película que es como droga alucinante inyectada directamente en la córnea del espectador. Pantallas divididas, cambios de ángulo, de textura, de color, de música, de ritmo… 127 es una ametralladora de recursos que , por momentos, parece cine de acción a pesar de estar todos nosotros atrapados con el protagonista.
Y ahora lo que más golpea: Al menos hasta que se invente la realidad virtual mezclada con el cine, la genial alternativa es el cine de Danny Boyle. Es 300% sensorial. El sonido y las tomas hipercerradas son hechas con tan absoluta maestría, que cada vez que el protagonista pasa su mano por la piedra áspera, uno recuerda inmediatamente la sensación de tocar algo similar. El sonido y las tomas. El sonido y las tomas. (no es un error, repetí esa frase. Y la dije en voz alta además).
Cada vez que un rayo de sol le toca el pie al personaje, uno siente el alivio luego de una noche fría. El sonido del agua en la cantimplora nos hace recordar el peso exacto de la cantidad de líquido que queda… impresionante.
Y hablando de lugares físicos, la película también responde. En ese pequeño espacio, la cámara nos hace viajar por el interior de la cantimplora cada vez más vacía de Ralston, por su cámara de video… incluso al interior de su brazo.
Es precisamente el tipo de cine para el que hemos sido entrenados durante toda la vida. Quienes nos nutrimos de la cultura del videoclip, quienes estamos acostumbrados a traducir cortes de cámara violentos y ángulos llenos de vértigo hacia sensaciones llenas de drama e incluso ternura, estamos en nuestro charco. Cine como este hace unas cuantas décadas habría vuelto loco a cualquiera.
La actuación de James Franco, por otra parte, puede darse el lujo de decir que está enraizada en la mejor tradición. Con la ventaja (y el riesgo del fracaso), de tener la cámara literalmente puesta en la cara, el hombre saca pecho y sale con una interpretación de un calibre altísimo, así de sencillo.
Vayan a verla, pero prepárense a sentir cómo el cine puede darle instrucciones al cerebro para que traduzca a nivel físico lo que ve en pantalla. Uno no se mete en la película, la película lo agarra a uno del cuello y lo atrapa junto con Aron Ralston en esa grieta, bajo esa piedra…y lo mejor, uno da las gracias en nombre del buen cine.
-Walter Campos
Si ya vieron la película, esta entrevista les va a llegar, muchísimas gracias a don Diego Barracuda por pasarme el link!!!
Conforme iba leyendo el articulo me transmitia cada vez mas el «buen sabor» (si asi se le puede llamar) que le dejo a usted esta peli….
Me llama increiblemente la atencion y tengo demasiada curiosidad por saber como uno puede quedar tan maravillado con una pelicula q se desarrolle en un solo lugar y con tan pocos actores!
asi q no dudare un minuto en ir a verla apenas pueda! y espero q me deje la misma impresion que a usted!
saludos!
Espero que te guste. Lógicamente en cuestión de preferencias no hay nada escrito jeje, pero de verdad que a mí me pareció excelente. Me contás luego por favor!!
– Un abrazo.
-W
Acabo de verla también, y al llegar a casa lo primero que hice fue buscar videos de Aron Ralston y encontré uno donde él vuelve a la roca y cuenta personalmente la historia. Increíble lo valiente que es este hombre, hay que tener huevos para hacer lo que hizo. Pude darme cuenta, además, lo fiel que es la película de Boyle a la realidad de Aron.
Me en-can-to.
EN SERIO??? PASÁME ESE LINK POR FAVOR!!! he tenido muy poco tiempo para vague… ejem… buscar cosas interesantes en la red jeje.
Un abrazo.
-W
wow ví el trailer y me dieron escalofríos al final, claramente es una película que hay que ver, me encantó el mensaje del final: «no hay fuerza más poderosa que las ganas de vivir»
te mantiene preguntándote:¿»yo qué haría? ¿podría hacer lo mismo que hizo él al final?
-W
Que bueno que te ardían las manos, seguramente te da la libertad que no tiene el protagonista. Recién me encuentro con tu blog, y me parece magnifico.
Justamente, estaba preparando una clase para mis alumnos de arquitectura, de exploración de los sentidos, aun no he visto la película pero con tus palabras, me agrada este cine multisensorial; ya no solo de un juego de la retina, a lo que estamos acostumbrados, sino mas bien como diría Bachelard una «polifonía de los sentidos»
Muchísimas gracias por visitar el blog y por escribir!! De hecho, me gustaría que vieras la película y opinaras de esa multisensorialidad, el uso del sonido es increíble para esto.
un abrazo.
-W