Cuando la mirada se eleva hacia alguna parte, usualmente hay algo que registrar. En este caso, era algo invisible pero significativo. La Nada. Me encontraba mirando a un espacio vacío en el cual se recortaba, perfectamente, un cielo color azul intenso. Mi posición, abordo de un ferry de la bahía, me daba la ventaja de ver todo de frente. Era mi primera vez en Manhattan, y me tocó conocerla viéndole el rostro muy diferente al que tantas veces vi en televisión y las películas, un rostro cicatrizado aún, pero digno y en vías de sanar.
De inmediato vinieron a mí los recuerdos de todo lo que se ha dicho sobre ese día de Setiembre. Resulta que la caída de las Torres Gemelas fue una conspiración del propio gobierno norteamericano. No, en verdad fue un brillante plan ejecutado por un grupo fanático religioso. Pensándolo bien, tampoco; fue realmente un castigo divino, SU versión moderna del de Sodoma y Gomorra, para recibir al nuevo siglo con una pena digna de ser recordada.Dénle algo de tiempo a todo y absolutamente todo tendrá dos versiones, tres versiones, una combinación de versiones. Versiones basadas en versiones anteriores, inspiradas en la versión de alguien más.
¿Alguna vez han tenido la sensación de que alguien les lee la mente y les comenta algo que viene al caso de lo que estaban pensando? pues mientras pensaba aquello del párrafo anterior, sucedió. No sé donde estaría el dueño de la voz que escuchaba, pero quien hacía de nuestro guía ese día, habló fuerte y claro por un altoparlante, y la vida se puso un poco surrealista.
«¿Alguna vez les han contado la famosa historia de cómo los nativos le vendieron Manhattan a los holandeses? Hay muchas versiones sobre esto…»
Y procedió a contarnos la más extendida sobre lo que pasó ese día. Ahí estaba yo,recién haciéndole el análisis a las historias que he escuchado sobre lo que pasó apenas en el 2001 y de repente me lanzan algo… ¡de 1626!

Básicamente, la historia que se ha contado muchas veces desde entonces, fue que a la tribu Lenape vendió la isla de Manhattan al explorador Peter Minuit por un valor de 60 Guilders Holandeses…algo que equivaldría a $24 actuales. (Otra versión dice que, realmente,hoy serían $1000. En ambos casos, una suma ridícula que, en la Manhattan actual, no alcanza ni para una noche de fiesta de alguno de sus ultrafamosos habitantes).
Sobra decir que, el guía tras el parlante no había terminado de contar la historia, cuando ya en mi mente desfilaban: insultos para quienes se habían aprovechado vulgarmente de los nativos, frases sobre cómo el abuso parece ser la constante cuando se habla del cacareado encuentro de culturas y otro poco de exquisiteces que planeaba poner en el blog en lugar de este post. Pero el guía no había terminado, lo hizo lanzándome una bola curva que no esperaba.
«…por supuesto, es terrible pensar que los holandeses les compraran esta tierra por esa ridiculez. Ciertamente, ha pasado a la historia como uno de los más asombrosos tratos de bienes raíces. Todos corremos a decir: ‘pobres Lenapes estafados’. Sin embargo, no sólo existían Lenapes en esta isla. También vivían los Reckgawanc, Manahatin, Canarsie, Shinnecock y Munsee. Quienes hicieron el trato, sabían que no podían venderle a los extranjeros la isla que no les pertenecía solamente a ellos. Estaban, básicamente, engañándolos también. Pero todos se hicieron de la vista gorda y así, hemos vivido felices en Manhattan, estafándonos mutuamente desde entonces.»
Efectivamente, sería como si alguno de nosotros le vendiera la luna a los extraterrestres, pasándose al resto de la humanidad por el arco del triunfo.
Pocas veces, el hecho de estar a punto de botar el refresco por la nariz a causa de la risa, va acompañado de algún pensamiento serio. Pero uno se acomodó bastante bien en mi cerebro. Más bien una pregunta. ¿Cuantas veces, una vez que le adjudicamos un papel a alguna persona o grupo, nos detenemos a pensar en la totalidad de sus intenciones? Una vez que alguien, cualquiera, recibe el calificativo histórico de víctima, pareciera obtener una especie de carta blanca para que, a partir de entonces, sus demás acciones sean ignoradas, incluso, las que son…digamos, menos que nobles.
Yo mismo he sentido rabia de pensar en la masacre de los Aztecas…para luego leer sobre cómo éstos también cometían atrocidades contra otros grupos de la región. Me he conmovido también ante la tragedia humana de muchos que no tienen hogar, para luego enterarme de cómo alquilan la vivienda de interés social a otros, con el fin de mantener algún vicio o actividad ilícita. He visto a víctimas del racismo segregar a otros por alguna otra razón igualmente ridícula. Y he sido testigo de compatriotas costarricenses y hermanos mexicanos, quejarse de cómo en Estados Unidos son fríos de corazón e injustos contra los inmigrantes… sólo para ver como, una vez en sus propios países, se comportan igual o peor que los criticados vecinos norteamericanos.
¿Necesitamos realmente que todo sea blanco o negro? ¿Nos cuesta tanto imaginar un mundo en el que no hay absolutos? Pareciera que todos, individuos y grupos, somos capaces de hacer el mal y hacer el bien. Lo que nos falta, es desarrollar esa capacidad especial de poder ver las cosas en su justa medida y no meterlas dentro de un gran saco universal, en el cual todo se divide solamente en «bueno» o «malo» para poder asimilarlas más fácilmente.
¿Entonces? ¿Nadie merece compasión por pensar que pueden hacer de las suyas también? Por supuesto que sí la merecen, y los ejemplos que di han padecido crueldades que exceden, por mucho, la de sus propias malas acciones. Pero la vida da vueltas, como dicen los viejos. Podrá llegar el día en que, quienes hoy están abajo estén arriba,(de nosotros incluso). En esos momentos, será muy útil recordar la verdadera naturaleza de quienes tengan el poder.
Si, hay ricos que lloran, políticos honestos, pobres corruptos, minorías que discriminan… el mundo está lleno de variedad. Lo que me recuerda algunas frases para un final agridulce: «en la variedad está el placer» , «un pueblo que olvida su historia, está condenado a repetirla» y la muy cierta «los libros de historia están escritos por el que ganó la guerra».
-Walter Campos
Lo que decís (de forma magistral, por cierto), es tan verídico que tratamos de hacer trampa hasta con nuestras propias existencias…
Lo peor de tratar de engañarnos a nosotros mismos, es que muchísimas veces lo logramos jeje. Gracias por leer!
-Walter
Simplemente un maestro de la escritura. Me encantó esta entrada! Sin palabras (y creo que es mejor así). Excelente!
Saludos!
David Durán
Hombre, muchísimas gracias!! De verdad se aprecia, gracias!!
-Walter
Excelente post… (As usual)! Leyéndolo aplicó para mí eso de experimentar la sensación de que alguien pareciera estar viendo el montón de escenas, pensamientos e imágenes que ocupan nuestras cabezas. La frase leída caló, sea por el momento del día o por el momento de la vida pero quedó: «Dénle algo de tiempo a todo y absolutamente todo tendrá dos versiones, tres versiones, una combinación de versiones». Justo por la tarde leí una frase acerca de cuánto nos decepcionamos los seres humanos al conocer la verdad, pero entonces ¿será que nos decepcionamos solo cuando lo escuchado no es «nuestra verdad»? Mucho qué pensar en esta noche, en estas noches, en esta, la vida.
Mil gracias Meli!! QUé bueno eso que escribiste. Lograste pensar en esa noche? 😉
-Walter
(y) creo en la ley de siembra y cosecha, todo lo que siempre con mis actitudes y cualidades en el ser mismo de uno,, hacia otros tarde que temprano lo recojo,,, asi que se tiene que tener siempre cuidado con eso que «sembramos» para tener una buena cosecha,,, 😉 saludos wal bless
Saludos… a sembrar bonito jejeje
-Walter
correcto,,, wal!! 😀