Lady Gaga, Halloween y lo que gritamos los ticos.

Si uno le da un megáfono a todas las personas que están en la calle, cada uno de estos ejemplares de homo sapiens tendrán la habilidad de que su voz sea escuchada mucho más alto. Claro, está el agravante de que, cuando todos tengamos la capacidad de gritar a más volumen, podría armarse un embarrijo sónico equivalente al de mezclar un programa de opinión deportiva, con la más animada charla de salón de belleza.

Siento que las redes sociales han venido a ser nuestro megáfono. Ahora que todos tenemos uno, eso tiene sus consecuencias: la transmisión de información recibe una buena dosis de vitaminas, la democracia también y la libertad de expresión más parece matriculada en un régimen de ejercicio severo y esteroides.

Contra el enredo de opiniones que se arma, la cosa es fácil, uno puede elegir a quien escuchar y a quien no; en ese caso no es censura, es cuestión de gustos en cuanto al contenido. Pero hay cosas que rebasan cualquier configuración de «settings» y, como si fuera un tsunami  de dimes y diretes, nos llegan hasta nuestras pantallas. Un par de esas cosas se vivieron de nuevo en estos días, son viejas conocidas: la lucha contra el Halloween y el atacar a algún artista polémico que venga  a dar un concierto.

Sobre el Halloween.

La bandera que veo que agitan muchos críticos, está pintada con los colores de «eso no es tico» y «eso es adoptar costumbres extranjeras». Al menos en mi caso, el hecho de que una noche al año, la gente se quiera ir de fiesta disfrazada de cosas que van desde algo que parece una mezcla de maestra con madamme de prostíbulo, hasta Harry Potter, pasando por el ocasional pirata, no tiene nada que ver con el grado de patriotismo que puedan demostrar. No creo que unas horas de maquillaje y trapos le ganen a las acciones que, como buenos costarricenses, deberíamos de tener todo el año.

Sobre el adoptar costumbres «de afuera». ¿Qué son costumbres de afuera? Si nos vamos a poner a hilar delgado, respóndanme. ¿Es el fútbol algo costarricense? Hasta donde yo sé, es un invento inglés (y más que un deporte, es un verdadero fenómeno cultural por donde quiera que se le mire). Llegó hasta nuestra querida Costa Rica desde afuera y ahora es disfrutado sanamente (y a veces no tanto), por casi todos. La salsa tampoco es un baile «tico» y ya ven… y me parece que el reggaetón tampoco fue inventado en los barrios del sur. Todos son fenómenos culturales que llegan desde afuera y hacen casa en nuestra tierra. La cultura es algo vivo y creo que le vale una media vieja eso de las fronteras y los países. El hecho de que no me guste el reggaetón, por ejemplo, no me da derecho a satanizarlo, sino a encogerme de hombros y ponerme un condón en los oídos si no me gusta escucharlo.

Sobre el aspecto religioso.  No es que he hecho una encuesta ni nada, pero no creo que la gente que se disfraza esté, con ello, dándole la espalda a su religión para incorporarse a algún culto a las enfermeras sexy, los vampiros de dientes plásticos o los Hombres Araña panzones. Digo, es una fiesta de una noche que, a pesar de que sí tiene sus raíces en una celebración con valores religiosos, dudo mucho que signifique algún riesgo para las religiones establecidas. En todo caso, si hablamos de traer el pasado distante a colación, saldrían perdiendo quienes alguna vez quemaron mujeres bajo sospechas de brujería, frente a quienes se disfrazan de alguna, para divertirse unas 4 o 5 horas durante una noche.

Sobre Lady Gaga.

Noticia de última hora: tampoco es tica. Lo que sí es, es una más de la larga lista de artistas contra los cuales se han pronunciado los sectores de la sociedad que se dicen conservadores. Otra noticia para las generaciones de colegiales y recién/universitarios que culpan a «la sociedad», de ser anticuada: esta práctica no es nueva, a sus papás también les pasó; ellos también refunfuñaron e hicieron trompas kilométricas cuando, algún otro artista, llegaba a contaminar (según los padres de ellos), a nuestra pulcra sociedad con sus anti valores.

En esto de los valores es necesario decir que, si la preocupación está en la influencia que ésta o cualquier artista tenga sobre los hijos de la patria creo, humildemente, que la solución está en que los padres se ocupen de llegarle primero a la mente y corazón de sus hijos y, desde pequeños, les acompañen en una cosa que a veces se olvida y se llama crianza. Eso se logra desde el día cero, no 3 o 4 días antes de un concierto. Por cierto, por lógica, ¿no les parece que si alguien quiere ir a un concierto, es por que ya desde ANTES , gusta de lo que el artista tiene que decir, o de cómo se mueve, o de lo que canta, etc? Si no desean que esa persona caiga bajo la influencia de una cantante que se pone vestidos de carne cruda, por citar el ejemplo de la Gaga,pues estén allí como padres o educadores y les garantizo que, si ponen atención, pueden ir deduciendo los gustos del joven en cuestión y hablar con ellos sobre qué les parece a ustedes. Ya luego les tocará ver si ejercen el respeto a los gustos de ellos o no, cosa complicada, lo admito.

Ya para cuando alguien trae a algún artista a dar un concierto, es por que sabe que puede haber público dispuesto a pagar por ir, no por que el artista venga en una panga comando a mitad de la noche, pintado o pintada con maquillaje de camuflaje, a tomar por asalto a nuestro país.

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Y bueno, ambos pasaron y el mundo no se acabó. Como siempre, queda la contaminación post- concierto, los disfraces en la basura y las fotos en Facebook. Los megáfonos parecen aquietarse…al menos hasta el momento en que llegue la ocasión de levantarlos por cualquier razón, por que, parece, ya estamos adictos a usarlos sin medida.

 

-Walter Campos