Comienza el corte comercial y los dedos salen a bailar sobre el control remoto, como salsero matando fiebre en una fiesta en donde, hasta ese momento, habían puesto sólo heavy metal.
El zapping es todo un arte; si uno tiene memorizada la parrilla de los canales, pega saltos del canal veintialgo al cuarentaytanto, pasando por el ´ticinco y rematando con una breve visita a alguno de esos canales europeos, relegados a la posición ciento y medio; el equivalente al ático de los chunches de la oferta televisiva (ahí uno, o se topa siempre a un señor con cara de “odio hacer mi programa”, o sino verdaderas joyas de producción).
Un día de estos, no se por qué, el comercial que apareció en la pantalla, le hizo un foul a mi habilidad para hacer zapping; ¡pero qué digo foul, le metió un patadón con esteroides, digno de quebrar espinilleras, huesos e ilusiones de futuro futbolista!
Creo que fue algo familiar lo que vi, que me hizo dejar el pulgar a milímetros del botón del control remoto. Seguro fue ver a un chiquillo cargando una silla de playa parecida a la que yo una vez cargué cuando niño, no sé; tal vez, fue ver a la mamá llenando una canasta de típica “comida para playa”. En pantalla, apareció una familia lista para el paseo, pero la alegría, les dura menos de lo que tarda en llegar un madrazo a quemarropa, cuando uno no avanza apenas el semáforo se pone en verde. Todos y cada uno, se detienen y ponen aquellas caras de “te vamos a matar”, dirigidas al papá del comercial quien, obviamente, es una caricatura de padre fracasado, con cara de perdedor, de tonto que no sabe qué hacer por que, ¡sorpresa! La familia terminó en el patio de la casa.
De inmediato, entra el locutor, aconsejando que “ahora usted no tiene que privarse de las vacaciones que merece”, todos se alegran y la imagen del patio, es sustituida por la misma familia, disfrutando en un hotel de playa, un “resort” de esos bien bonitos todo incluido. El “todo incluido”, incluye admiración y agradecimiento hacia el papá, quien ahora si luce como el héroe de su querido clan.
¿Saben a cual comercial me refiero? Se que es difícil señalar uno, por que conozco al menos tres igualitos, uno en dibujos animados y dos con actores de carne y hueso. Está claro, que el concepto es tan original como preguntar, en un concierto de esos de birra en mano y bronceado camarón, por la ubicación de las solteras, de los solteros o de los que van a llegar a las 4 de la mañana.
No voy a ser hipócrita, regálenme cualquier día de la semana una estadía en un resort bonito. Gracias. Pero de repente, me puse en las sandalias del chiquillo que veía a su papá con cara de insulto por que lo había llevado al patio de la casa… y vieran que algo no calzó. Algo no calzó y por mucho, por que vía express, desde mi pasado, se vinieron en manada MIS recuerdos del patio de la casa.
¿Saben qué? Mis recuerdos venían chorreando risas de todos mis primos, pringando todo con agua fresca de mangueras, manchando las paredes con cosas de picar y parchones verdes de zacate. Inmediatamente estaba sonriendo y les puedo jurar, que el aire se me llenó del olor a la carne asada que hacía mi papá sobre el asador (asador, por cierto, de aro de llanta y varillas, antes no se veían tantos “grills” en las tiendas); a pesar de ser vegetariano ya durante veinte años, el olor me sigue trayendo buenos recuerdos.
El famoso patio tenía piscina, de güilas, de esas de inflar, donde el agua le llega a uno a media espinilla, pero se chapoteaba en ella durante horas, como si se estuviera cruzando el canal de la mancha. Eso sí, luego del almuerzo había que hacer campo, por que más de un tío caía en ella, birrita en mano, a remojarse la humanidad junto con los chiquillos, mientras su panza sobresalía del agua, como una isla extraña a la cual llegaban los juguetes que flotaban por ahí, como atraídos por una extraña fuerza de gravedad.
Y ese era, básicamente el epicentro de un fin de semana sin gramo de estrés, agreguen a la mezcla, el radio en algún banco cercano y la tarde tibia, que discurría sin prisa. Pregúntenme si alguno tenía que usar brazaletes, tiquetes o algún otro tipo de objeto que nos hiciera clientes VIP de semejante alegría.
El paquete vacacional, incluía entretenimiento nocturno. Nunca faltó la tienda de campaña en medio patio, una verdadera suite presidencial que transformaba la ocasión en algo digno de ser recordado; rellena de chiquillos a los que no les importaba que sus camas fueran colchonetas en el suelo, ansiosos de compartir esa aventura doméstica. Y para rematar, les aseguro que mi mamá había desarrollado el arte de contar historias de miedo a tal punto, que más de un estudio se desearía alguno de sus guiones. Cuando caía la noche, las familiares ramas del árbol de guayaba del patio, se transformaban en siluetas de dedos macabros que, a través de las paredes de la tienda de campaña, terminaban de ponerle emoción a la noche. Sabíamos lo que venía, pero nos encantaba asustarnos, hay que admitirlo.
Todos estos recuerdos desfilaron en cuestión de segundos, como un segmento nostálgico de alguna serie televisiva, de esos que simulan estética de proyector, con colores lavados y tremendo aire de nostalgia por recordar quienes solíamos ser, antes de que siguiera ocurriendo eso llamado “vida”.
¿Saben que? Volviendo a ese momento de zapping interruptus; me sorprendí sonriendo frente al tele, no poniendo la cara de insoportable del güila del comercial. Si, odié el anuncio, pensando en el número de gente que podía verse convencida de que, efectivamente, unos padres que se divierten con sus hijos en el patio, son dignos de recibir muecas similares a las de haberse topado con un gato muerto en media olla.
Repito, nada en contra de unas vacaciones en un hotel de lujo y ciertamente, todo a favor de ofrecerle algo lindo a los hijos, salir de la ciudad y demás; pero la línea es muy delgada, ridiculizar lo que podrían ser de los mejores recuerdos que uno puede construir, no es más que demostrar pequeñez de mente y fomentar esa maña asquerosa, de valorar a la gente (padres de familia incluidos), por las cosas materiales que puedan darnos.
Yo, por mi parte, nunca dejaré de agradecerles, el haberme ofrecido semejantes torturas en el patio.
– Walter Campos
Excelente Señor Campos , cada dìa me sorprende màs usted, como periodista y escritor , serè su seguidora.
Hola! Muchísimas gracias!
Excelente!! valorar tosas esas «pequeñas grandes cosas» de la infancia hacen quie seamos adultos más felices y agradecidos con la vida. A pensar que le damos a la familia, y preocuparnos para que sea de calidad. Como siempre muy agradable leer su blog Walter…
Gracias Fabián, eso es uno de los aspectos de mi niñez que más valoro, fue una escuela. jaja
Walter
Hermosos recuerdos, me encanta leer sus publicaciones, lo transportan totalmente a uno al pasado de recuerdos hermosos…!!! Fiel seguidora
Felicidades y siga con estas publicaciones tan bellas
Muchísimas gracias Catalina.
Dentro de poco tendré noticias para todos. Muchísimas gracias por las palabras.
Un abrazo.
Walter
Es increíble, lo felicito… No tengo mucho de seguirlo pero me encanta su forma de ver la vida
Muchísimas gracias Catherine!!
Invitadísima a volver al blog.
Un abrazo.
Walter
Excelente comentario respecto a esos anuncios, siento nauseas cada vez que los veo, es denigrar al pobre padre trabajador, dejarlo en un inutil solo por no poder «cumplir» con la idea consumista de lo que son unas vacaciones. Le felicito sinceramente! siga adelante.
Me hiciste con esa narracion, volver a las epocas mas felices de la vida, que con poca creatividad, y un buen espiritu, se cultivaba una gran union familiar y mucha felicidad!!
Muchas Gracias!! De Verdad
Que increible totalmente de acuerdo, tengo hijos y me identifico por completo.
Ja ja ja espero que los torture un poco, como lo hicieron los míos conmigo.
Un abrazo enorme
Walter
Muy bueno.. me hizo recordar muchísimas cosas de mi infancia. Felicidades.
De pequena no tuve muchas posibilidades economicas para disfrutar de hoteles de lujo «todo incluido » Lo mas que conoci fue una noche en cabinas para 15 personas con 3 camarotes, café chorreado, una olla arrocera y un ventilador de pie.
Fue ya de grande que conoci los lujos del Agua caliente, el aire acondicionado, la comida del restaurante, entre otras. ..
Pero si se tratase de elegir, me quedo con la piscina inflable a puro aire de la boca, llevando sol y agua hasta salir con mejillas rojas y dedos arrugados.
Comer canasticas con atun, y por la tarde tender sabanas sobre 4 sillas o la cama hasta hacer la «tienda de acampar»
Meter foquitos para hacer luz, ahogarse de calor por dentro asomando de vez en cuando la cara al aire y comer Palomitas de esas que comenzabas a escuchar el
Prr prr» dentro de una olla grande llena de manteca 😊
Las cosas mas sencillas son las que te llenan el alma de vida, si las sabes apreciar.
Y como dice mi libro favorito: Lo escencial es invisible a los ojos! »
Gracias por permitirnos no olvidar la belleza de Vivir! !
Jendry, mejor no lo pudo haber dicho. Un abrazo a la distancia.
Walter
Me hizo viajar en a esos tiempos hermosos que cuesta verlos ahora, cuando jugaba con mis primos «bate», en un campo donde aproximadamente una carrera se hacía a la distancia que un jugador llega a la mitad de una base a la otra; y ni que decir cuando llovía, que rico embarrialarse, pero claro Dios guarde la bola se fuera directo a las paredes de la casa de tía, mejor parar el juego antes de semejante desastre.
Me encantó encontrarme con este blog y espero en algún momento adquirir su libro, muchos éxitos.
Tati
MIL GRACIAS TATIANA!!! jeje me encanta eso de hacer recordar. Mil gracias por compartir la historia del bate jeje. Un abrazo enorme.
Walter
Vaya que me hiciste recordar esas tardes de verano con la familia, que triste que conforme uno va creciendo va echando en ese cajón del olvido esos recuerdos que nos hacen sentir vivos, que nos hablan de la importancia de esas pequeñas cosas que creemos ya no tienen importancia, gracias por sacudir esos recuerdos míos de un baúl lleno de polvo al que llaman olvido…
Hola Helena!!
Con todo gusto y placer, de verdad. Esos recuerdos tienen que oler a tarde fresca y no a baúl viejo jajaja. UN abrazo enorme!
Walter
Lo felicito por su blog, ahora se un poquito más de su persona.
El comercio, el mercadeo, la publicidad ejerce cierta presión sobre algunas personas, sobre el tener lo que nos ofrecen; al fin y al cabo esa es la meta vender, vender y comprar, comprar lo que no se necesitamos. El no tener ciertas cosas materiales no significa que no se puede disfrutar de otras que tenemos a nuestro alcance y son gratis. Cuando se es niño y según de cómo somos educados así va ser el valor que le demos a nuestros momentos de juego e imaginación. No se ocupa de juguetes caros y lugares de lujo para poder poner en marcha nuestra inventiva extraordinaria en la infancia. Recuerdo los juegos en el patio de mi casa, «jugando bate con mis vecinos con una bola hecha de medias, las cuales aparecían tiempo después al cortar el zacate ( fueron muchas las medias perdidas).
Jajajaj que bueno eso de las medias, muchas gracias por compartirlo!!
Un abrazo a la distancia.
Walter
Muy bueno Walter me encanto..Siga adelante!!
Walter realmente disfruto mucho este tipo de expresión literaria! Te felicito porque detrás de un texto sabes cautivar con cada palabra al lector.
Gracias Yasmin!! Mil gracias!
Me hiciste recordar los paseos de mi padre a la sabana con huevos duros incluidos