“Los homosexuales son unos idiotas”, “los cristianos son unos fanáticos” y “los usuarios de redes sociales, tienen mentalidad de manada”.
Escrito en serio, este trío de frases podría desatar, desde un rosario de “comments” más largo que las opiniones sobre la salida (o entrada) del closet de alguien de la farándula, hasta amenazas contra mi integridad física.
Pero si yo escribo, por ejemplo, que los Roggs (raza de alienígenas del planeta WTF) son unos idiotas, que los Jekuas (robots de mantenimiento del futuro) son unos fanáticos, o que los de mentalidad manada son los Sökals, clones de una galaxia lejana… pues, podría recibir insultos de otro tipo, no se, alguien enojado por que no escribo sobre pleitillos entre pero difícilmente, alguien se rasgaría las vestiduras en foros digitales, o reales, para defender el honor de estos aludidos grupos ficticios.

Eso, es oro puro. Al menos así lo descubrió alguien llamado Rod Sterling, creador y escritor de una legendaria serie de TV, llamada “La Dimensión Desconocida”. Aunque hoy, sea popular y hasta lógico, el apoyar causas como: la equidad de géneros, la abolición del racismo o el trato igualitario para personas de distinta orientación sexual; en la época de Sterling, allá por los años 50, lo correcto, era alinearse con lo que fuera que el gobierno norteamericano dijera. De hecho, alguien a quien se le oliera el más ligero tufillo trosco-comunistoide, iba a parar, con sus sandalias y bolsito de manta, a alguna cómoda cárcel del sótano del Tío Sam. Cientos de artistas, se veían forzados entonces, a comprometer su trabajo para ajustarse a ciertos criterios, so pena de verse incluidos en alguna lista negra de gente a la que “había que tenerle cuidado”.
Pero resulta, que a Sterling lo que le gustaba, era escribir sobre racismo, temas polémicos, discriminación y esas cosillas tan incómodas. En algún momento descubrió que, si la lección del capítulo era, “seamos amigables y no discriminemos al homosexual”, a él le caería encima la omnipresente oficina de censura. Pero si la moraleja de la historia era, “aprendamos a ser tolerantes con el extraterrestre de ocho patas que cayó en el barrio, a pesar de nuestras diferencias”, a nadie le importaba un carajo envuelto en huevo. Así, comenzaron a salir excelentes guiones de ciencia ficción, o sea, según los censores, estupideces que nadie veía con atención. Algo así como el equivalente a ponerse a escribir hoy un manifiesto en Hi5. ¿Qué es Hi5? Revisen la prehistoria de las redes sociales.
Gracias al camuflaje de “cosa sin importancia”, es que, si se sabe mirar bien, verán que hay obras de ciencia ficción, que tratan con algunos de los temas más fundamentales del mundo, y lo hacen justo por debajo de las intolerantes narices de millones de incómodos del mundo. Gran parte del público general, tampoco ve más allá de los robots, láseres y vampiros galácticos de estos libros, cómics y películas que son realmente profundas. (Obvio, como en todo género, también hay mucha mierda, digo) .
Recientemente, topé con la suerte de chocar de frente con una de estas obras. Curioseando una librería de aeropuerto, un libro color naranja con manchas de sangre, prácticamente me cacheteó para volverlo a ver. Se trataba de “Guerra Mundial Z”, de Max Brooks. Si, el mismo de la película de zombies de Brad Pitt. Como siempre, me da curiosidad el comparar qué tanto difiere la película de la obra literaria, así que comencé a ojearlo. De inmediato, me di cuenta, de que para la gran pantalla, se dejaron la sangre, las carreras y ya. Lo que tenía entre manos, era algo muy diferente.
Inspirado por el libro «La Buena Guerra: Un recuento oral de la Segunda Guerra Mundial», de Studs Terkel, «Guerra Mundial Z», es una serie de entrevistas con los sobrevivientes de la lucha contra los zombies. Un supuesto funcionario de las Naciones Unidas, se dio a la tarea de entrevistar a soldados, prisioneros, doctores, celebridades, científicos y una larga lista de tipos de personas, sobre su papel en el conflicto.
Sólo empezar así, era lo suficientemente original, como para hacerme comprarlo.
Resulta que, la epidemia de los zombies, puede ser comparada con cualquier epidemia que azota nuestros queridos países del mundo real. Así como al SIDA le llamaron “El Cáncer Gay” cuando comenzó a hacer de las suyas entre esa población durante los años 80’s; la epidemia de Zombies, en el libro, recibió el título de “La Rabia Africana”, junto con un tratamiento igualmente ignorante. Así, lo que pasa con las grandes enfermedades de la vida real, sucede con el ataque de estos ex -humanos en el libro: especulación, enriquecimiento de las compañías farmacéuticas a causa del miedo, coyotes pasando gente de forma ilegal por las fronteras (que a su vez, esparcen la infección)…
Pero lo realmente aterrador del libro, no son las escenas de cerebros y sangre haciendo una pintura abstracta sobre las calles de las ciudades en guerra, no; lo que me provocó pensar, y pensar en serio, fue un escalofriante toque de surrealismo, pues comencé a ver lo que leía en las páginas, reflejado en las noticias que veía en mi propio televisor. Les explico.
¿Ustedes han visto, cómo en las películas, siempre que el primer zombie se almuerza al primer infeliz en la pantalla, el mundo entra en estado de alerta, más rápido de lo que un programa de chismes, comienza a lanzar teorías sobre lo que “de verdad pasó entre fulano y fulana”? ¡Obvio que va a ser así! ¡Son muertos que caminan, por la grandísima! Cuando en “Guerra Mundial Z”, se da la noticia de los muertos vivientes y esto del pánico general NO sucede, uno se huele que algo anda mal (aparte del pequeño detalle de que los humanos nos convertimos en un almuerzo “bufé”, digo). Nada pasa, la vida sigue igual, y resulta que la culpa, la tuvimos los periodistas. ¿Cómo así?, pregunté casi en voz alta. Resulta que, desde hace años ya, y en virtud del todo poderoso rating, tenemos acostumbrado al público, a alguna gran y terrible enfermedad de moda: la gripe aviar, el SARS, el H1N1… y la lista sigue. Esto dura de 6 meses a un año y luego pasa de moda. Sencillo, la gente está acostumbrada a este tipo de apocalipsis y fines del mundo, luego nada pasa y la vida sigue igual.
Gracias a esa colaboración de la prensa, es que, en “Guerra Mundial Z”, al anunciarse que los cadáveres de las queridas tías Mildred del mundo, podían volver de la muerte para meterle un ñangazo a sus sobrinos predilectos, nadie hizo mayor cosa. Era una noticia más.
El día que comencé a leer del libro, lo hice mientras veía un reporte en CNN sobre el virus del ébola en África y de cómo la gente comenzaba a huir de las regiones en donde se detectaba. Nadie de este lado del océano movió un dedo para cargar el carro con provisiones e irse a refugiar a alguna cabaña de montaña.
Mientras terminaba de leer los últimos capítulos, se escuchaba, en el televisor de la sala, el descubrimiento del primer caso del virus en Inglaterra.
Mientras cerraba el libro por última vez, luego de terminarlo, las grandes cadenas relataban la primera muerte por ébola en Estados Unidos…a un par de horas en avión de donde yo me encontraba. Aun ninguno de mis vecinos me llama para decirme cómo íbamos a protegernos.
Esta mañana, antes de escribir este post, leí en un periódico nacional, que el ministerio de salud confiesa no tener un plan de acción claro, en caso de que la enfermedad llegue a nuestro país.
Y fue entonces, cuando “Guerra Mundial Z” se convirtió en un verdadero libro de terror. Con el permiso de escribir sin que nadie se lo tomara en serio, Max Brooks le sacó una radiografía devastadora, a la forma tan irresponsable e injusta en que, en este mundo real, lidiamos con las enfermedades. Mientras le pasa a un pobre fulano, en algún país del cuarto mundo, muy lejos de aquí, la cosa no sale del tele, ni del periódico. Una forma de actuar que me provoca preguntarme, ¿quiénes, realmente, somos los zombies de la historia?
– Walter Campos.
Wow! Simplemente Wow!
Wow! Simplemente Wow! 😀
excelente comentario, realmente somos los zombis modernos, pero en vez de comer a la gente, hacemos otro daño?
Muy cierta la relación que haces con los zombies, verdaderamente nos sentimos ajenos a lo que pasa a las demás personas con las que creemos no tener ni la más remota relación, no hacemos nada al respecto y cuando nos toca la puerta buscamos los culpables de no prever X circunstancia.
Será que nos volvimos insensibles??…que nos acostumbramos a toparnos a la muerte a diario en la pantalla de televisión o los periódicos ( y no culpo a los periodistas, es sólo mostrar lo que pasa en el mundo) o queremos sentir que estamos protegidos en la burbuja de nuestro país??…Yo no corro a esconderme en una montaña aislada por temor al ébola creo que por vergüenza a ser tachada de loca…pero que me da pavor, me da pavor, porque no sabríamos qué hacer si llega a nuestro país…pero también me da miedo ver como para un ladrón la vida de su víctima es de menor valor que la mercancía que le robará, que hay cientos de conductores intrépidos detrás de los volantes que ponen en riesgo otras vidas, da miedo ver tantos niños perdidos, maltratados, ancianos abandonados, animalitos mutilados o muertos para entretenimiento de mentes enfermas…y otro montón de actos de la humanidad que atentan contra ella misma….Cuando veo eso creo que decido «no ver», me brinco las noticias de sucesos y paso directo a las deportivas, no quiero ignorar la realidad, pero aveces duele esa realidad….Y pienso también que cuando hace años Huxley escribió el libro de «Un mundo feliz», vio que la humanidad tiene un botón de autodestrucción que cada vez se acerca más a presionar…y así creo ese mundo utópico, sin guerras ni pobreza, donde todos eran «felices», separando a los que no encajaban en el sistema y sacrificando cosas como el arte, la religión, la literatura…o sea, el libre pensamiento….será que llegaremos a eso para poder sobrevivir a nosotros mismos??….uyyy ojalá que no… mientras, gracias por escribir, ponernos a pensar y compartir ideas…
Reblogueó esto en Mi tinta es el alma..
Que buena reflexión, es una triste realidad cada vez la sociedad es mas insensible a lo que no siente en su propia piel, se le da la espalda a cualquier problema ajeno… Necesitamos un cambio empezando individualmente tal vez… con un vecino tal vez que ni sabemos como se llama
Hola! Claro Ely… el cambio comienza por uno mismo, luego la familia, vecinos y amigos.
Un abrazo.
Walter