¡Ganga! Lecciones de vida a mil.


Lecciones de vida al pie del Cerro de la Muerte
Lecciones de vida al pie del Cerro de la Muerte

¿Cuántos años cree que tengo? – me preguntó el señor.

De haber sabido que el hombre frente a mí había vivido toda su vida en la ciudad, el cálculo habría sido mucho más fácil. Pero estábamos a los pies del cerro de la muerte y don Alfredo, claramente, era un hombre de campo.

«Que difícil» – pensé. Me consta que la gente que trabaja el campo lleva, impresas en el rostro, las marcas del trabajo, del esfuerzo y el sudor; muchas veces incluso, sus caras terminan semejando los surcos de la tierra, a la que le arrancan lo que la gente de ciudad pone en su mesa.

Pero me animé a seguirle el juego; observé su cabello gris, mezclado con algunas hebras negras aún. Sus brazos, al igual que los de muchos otros como él, eran delgados y marrones, forrados de músculos que más parecían correas de cuero (producto de repetir muchas veces la misma tarea, en lugar de ser el resultado del cambio de peso o de rutina en el «gym»). Sus uñas parecían hechas de la madera que nos rodeaba, fuertes, cafés y con tierra adherida ya de forma permanente a ellas.  Su ropa, eran las típicas prendas anónimas que parecen siempre cubrir los cuerpos como el suyo: pantalón de mezclilla y camisa celeste, de tela muy delgada, de esas que son una excusa frente al viento frío de montaña.

Nada de lo descrito anteriormente me ayudó con la pregunta inicial del señor, pues sus ojos, sus movimientos y su energía, eran dignas de vestirlos con piel y ropa adolescentes.

– «¿Cuántos?»- terminé preguntando.

Satisfecho, el señor soltó una carcajada, antes de contestar.

– «92».

Probablemente, don Alfredo estaba acostumbrado a la cara de gato encandilado por los carros, que muchos de fijo ponemos al saber su edad; sin poner atención a mi boca abierta, me soltó otra pregunta, con ese acento fuerte y «de frente», que tienen los del campo:

-«¿Y sabe como hago? . – dijo, abriendo los brazos, como para abarcar el «puesto de artesanía» que nos rodeaba. (un par de estantes de madera sobre la tierra misma, a la orilla del camino)

-«¿Cómo, don Alfredo?» -pregunté.

El viento dejó de soplar y no pasaron los carros. El silencio fue el marco perfecto para que, con apenas un susurro que imponía silencio, don Alfredo contestó:

– «Trabajando.»

Durante unos segundos, nadie dijo nada; ni don Alfredo, ni mi camarógrafo, ni yo.alfredo 2

Hacía 5 minutos que habíamos pasado manejando a la par del puestito de don Alfredo; unas bateas de madera cruda, apenas cepillada, más un rótulo escrito a mano que decía: «Bateas a 1000», fueron suficientes para yo pedir que nos devolviéramos.

Lo confieso, he visto esas bateas en tiendas finas, en las que su «acabado rústico», sin pintar ni barnizar, les da ese «toque rural y campestre», que es tan oportuno para darle el «look colonial»  a las casas de abolengo. Las he visto a mucho más de 1000. En un estante bien iluminado y con una etiqueta  diseñada de acuerdo con el buen gusto de algún artista gráfico (logo de la tienda incluído), de verdad que cualquiera pagaría lo que la cadena de tiendas pidiese por ellas.

Con una mudanza a la vuelta de la esquina, una ganga de esas, no se desperdicia. Pero apenas bajarme del carro, lo que me salió al paso, fue don Alfredo, con una lección de vida fresca y recién salida del horno.

-«La gente ahora… no sé qué le pasa, sólo quejarse de que tienen que trabajar.» – siguió don Alfredo. -«Viera lo que estoy de agradecido con qué usted se baje a comprarme estas bateas que paso haciendo. ¿No ve que de esto es de lo que yo vivo?-

No me considero la peor persona del mundo, por haberme bajado a ver las bateas por el precio; pero sería mentirles si les cuento que no me sentí mal, de ver a alguien tan agradecido por recibir un pago básico, por algo que fácilmente se cotiza en 5 veces su valor, si se le agrega algo de ambiente bonito alrededor. Pero don Alfredo no había terminado.

– «Bueno, en eso andamos todos, ¿’vedá’?» – dijo, elevando la barbilla. -«todos vivimos de lo que sabemos hacer… ¿o no?… Excepto los que andan robando por ahí.»

alfredo 3 Apaguen el carro, que vamos a sentarnos a conversar con don Alfredo un rato. Al borde de la calle y a los pies del cerro de la muerte, ignoro cuanto tiene que pasar para que, suficiente gente, se detenga y compre alguna de las bateas de madera cruda de este señor. Mientras nos quedamos hablando de la vida y del trabajo, no pasó ni una. Aún así, el hombre de los 92 siguió dándole forma a sus creaciones; llenando la tierra mojada con colochos y astillas y el aire del cerro con el olor de la madera fresca.

El amor de don Alfredo por su trabajo, no era motivado por un aumento salarial, o por el status que pudiera conferirle; era, simplemente, una forma de vivir.  Conversamos de mucho; de cómo la gente no aprecia lo que su trabajo le da, de cuánto se preocupan por cosas que no son necesarias, sino caprichos y sobre todo, de la maña de muchos de querer renegar por tener que trabajar. Muchos de esos empleos contra los cuales la gente putea, no se compara con estar a los pies de un monte frío, el cual la mayoría de viajeros se apresura en dejar atrás, robándole formas a la madera y esperando que alguien quiera detenerse a comprar.

No voy a jugar de gurú y pretender que, de cuando en cuando, no me sentiré cansado de la rutina, listo para tirar la toalla, sintiendo es gusto secreto al odiar un poco a quienes en ese momento estén de vagos. Pero lo que sí puedo asegurar, es que me servirá mucho el ejemplo de don Alfredo, ahí en el cerro, haciendo bateas de madera, orgulloso de cómo el hecho de estar activo, lo hace tener semejante vitalidad al casi siglo de vida. En ese momento, probablemente daré las gracias por lo que hago y lo que tengo; como dice este señor, de eso vivimos.

Luego de un rato, nos despedimos. Yo, agradecido con la vida por que, en cualquier momento o lugar, saltan lecciones que no conviene olvidar… ¿don  Alfredo? Pues apenas lo vi, por el retrovisor, estaba de vuelta trabajando.

-Walter Campos

46 comentarios sobre “¡Ganga! Lecciones de vida a mil.

  1. Buen relato a propósito del año nuevo que se avecina, para renovar la fe, la esperanza y el optimismo y ver nuestro trabajo como una bendición y un medio para ser mejores personas. «El éxito no es la clave de la felicidad. La felicidad es la clave del éxito. Si amas lo que estas haciendo serás exitoso. Albert Schweitzer. Feliz y próspero año 2013.

  2. Sin duda una linda historia y ejemplo de vida asi como el aún existen muchos y muchas como él. Pero sin duda nosotros los jóvenes deberíamos tratar de ser como ellos ya que esas características son de nuestro país o al menos tratar de conservarlas. Felicidades Walter excelente entrevista improvisada! Ya que lo que te llamo la atención fue el precio que muchas veces no es el apropiado ya que es mucho trabajo y una paga muy baja! Sin duda él un bello ejemplo 🙂

  3. Cuando menos lo esperamos, la vida nos coloca delante una historia de lo esencial de la vida.GRACIAS POR RECORDAMOS, QUE DURANTE NUESTRO CAMINO NOS ENCONTRAREMOS MUCHOS DON ALFREDO Y QUE ELLOS SON UN TRIBUTO AL ESFUERZO DE CADA DÍA.

  4. Waooo!!!! Las cachetadas que ocupa uno para empezar el año, justo antes de empezar a leer estaba hablando de la pereza de que se acaben las vacaciones tan rápido y tener que ir a trabajar mañana….. Demasiado ejemplo, ya me voy a alistar todo para empezar mañana!!!. Como siempre gracias por sus atinadas historias…. Feliz Año!!!!

  5. Linda historia… definitivamente los adultos mayores, siempre dan una lección de vida con sus acciones y sus palabras llenas de sabiduría. Historias como estas nos motiva a seguir adelante y dejar de lado la pereza, y como dices de vez en cuando nos entra la vagancia , pero el recordar esta historia de don Alfredo. Gracias por compartirla, éxitos en este 2013!!! 😀

  6. *-* excelente!!! gente como esa merece todo nuestro respeto tiene tanto que enseñarnos,,, ojala mas gente se detuviera un momento para ver la vida y de paso disfrutarla,,, nota importante es no hacer rutinas en la vida, siempre hacer cosas nuevas,,, como dijiste una vez perder la virginidad disfrutando de la vida,,,,
    bless wal 🙂 😉

  7. Preciosa historia, en realidad me hizo reflexionar acerca de como muchas veces no somos agradecidos con lo que tenemos y la bendición de tener un trabajo que nos permite suplir necesidades materiales y disfrutar de lo que hacemos. Que Dios bendiga a este señor y gracias Walter por todo lo que escribes. Aprovecho para desearte feliz 2013!!

  8. Gracias Walter porque lecciones de esas abundan en la vida, pero personas como usted que se tomen el instante de traer la consciencia de vuelta al corazón y de paso combinarla con un poco de razón quedan muy pocas. Además, agradecido también porque sus lecciones de vida las comparte con sus lectores y así, sólo así, podemos todos agarrar un poco y transformar todo momento en uno más creativo lleno de positivismo. Saludos.

    David Durán

    1. Gracias!! Pero al contrario, yo soy el que se siente en deuda por tener quien lea esto. Esa frase que pusiste: «sus lectores»… lo hace a uno sentirse honrado!! Feliz año!

      -Walter

  9. No dudo que historias tan llenas de dignidad, como la de Don Alfredo,sirvieran de inspiración para que Eladia Blazquéz compusiera alguna vez aquella magnífica canción Honrar la Vida.
    Mi reconocimiento y agradecimiento por compartir esta hermosa y ejemplar realidad, narrada con una exquisita humildad y sencilléz, …….. » no es lo mismo que vivir, honrar la vida»

    Saludos, y un mágico 2013!!

  10. Alguien decía por allí que a los humanos ya no nos hacen como antes….creo que hay mucho de razón en este dicho. Qué podríamos hacer entonces? Es un hecho que nos deslumbra el dinero fácil. Mi madre octogenaria hablaba con un grupo de adolescentes y les pedía imaginar su futuro. Todos se describieron manejando autos de lujo, siendo famosos, vistiendo ropas de diseñador, viajando por placer, etc. NINGUNO se visualizó estudiando y trabajando fuerte para alcanzar esas metas!!! Nos falta transmitir el valor de perseverar para luego disfrutar el fruto del trabajo honrado. Gracias por tu sensibilidad para extraer lecciones de vida de tal magnitud y, sobre todo, por comunicarlas de forma tan magistral…..

  11. Esa lección de vida me la enseño mi papá, va a cumplir 81 años y tiene una energía y ganas de vivir, que más de uno con la mitad de edad se la desea!!!!!Walter gracias por recordarme la importancia de no quejarme y ser agradecida.

    1. Lilliam qué bueno saber lo de su papá!! Esas son las cosas que le ponen una sonrisa a uno. Mil gracias por compartirlo y por favor, me le manda un gran saludo a su papá.

      -Walter

  12. Qué historia tan hermosa la de don Alfredo!! 🙂 Cuánto nos falta por aprender…pero qué bonito cuando alguien nos abre los ojos y nos ayuda a vivir mejor y ser más agradecidos por todo lo que tenemos! Escribes súper lindo, muchísimas felicidades Walter!! Y muchas gracias por escribir anécdotas como estas y compartirlas, a mí me encantan ya que son parte de la vida diaria y muchas veces no les prestamos atención. Diosito te dio el bello don de escribir y el hecho de que compartas tus pensamientos con los demás demuestra que tienes un gran corazón y deseas que todas las personas aprendamos con vos para ser mejores. Te deseo muchas bendiciones en el 2013!! 🙂

  13. Qué historia tan hermosa la de don Alfredo!! 🙂 Cuánto nos falta por aprender…pero qué bonito cuando alguien nos abre los ojos y nos ayuda a vivir mejor y ser más agradecidos por todo lo que tenemos! Escribes súper lindo, muchísimas felicidades Walter!! Y muchas gracias por escribir anécdotas como estas y compartirlas, a mí me encantan ya que son parte de la vida diaria y muchas veces no les prestamos atención. Diosito te dio el bello don de escribir y el hecho de que compartas tus pensamientos con los demás demuestra que tienes un gran corazón y deseas que todas las personas aprendamos con vos para ser mejores. Te deseo muchas bendiciones en el 2013!! 🙂

  14. Hola Walter!! Muy buena historia, saber que asi como Don Alfredo existen miles de personas, gracias a Dios hay personas como tu que se detienen a prestar atencion a estos detalles y los compartes con otras personas. Hay realidades ocultas en una hermosa sonrisa (te asombrarias de mi gran historia) Espero algun dia poder compartirla atravez del blog.
    Saludos!!

  15. Hola Walter!

    Que hermosa entrada! de esas que acarician el alma y lo hacen despertar! quizá tanto o más que esos fríitos del Cerro de la Muerte.

    Y en qué parte te encontraste a este señor? Subiendo o bajando? Me encantaría encontrármelo y poder comprarme de ese trabajo que hace 🙂 y que hace tan bien!

  16. que interesante, toda una lección, a veces nos quejamos por las cosas que tenemos que hacer y el señor con sus 92 años gustosamente lo hace, ojala todos tuviéramos la actitud de Don Alfredo!

  17. mi abuelito es como el .. día a día se levanta para ir a su finquita a cosechar la tierra y ya casi tiene 90 años y a pesar de las dificultades siempre se preocupa por su trabajo y lograr sacar sus productos para ir a la feria del agricultor todas las semanas .. definitivamente las personas mayores tienen aun muchas lecciones q enseñar a las nuevas generaciones..

    1. generaciones que, sin querer generalizar, a veces parecemos más preocuparnos por que nos paguen muchísimo por hacer poco. Es complicado. Un abrazo enorme a tu abuelo Leidy!!
      -Walter

  18. Siento tanta pena de que, en muchísimas ocasiones con 32 años, suelo quejarme de las labores que se me han encomendado y un gran testimonio de 92 años me de una buena bofetada… Porque, sin duda, don Alfredo es un gran ejemplo de que la vida no es una vela que se apaga. Es más bien una espléndida antorcha que sostiene en sus manos. Gracias también a usted Walter, por compartir la historia y sus creaciones literarias que también se constituyen en lecciones para la vida. – José Mario.

  19. Don Walter lo felicito. Definitivamente una gran lección de vida una lección que nos sirva como dice usted para no andarnos quejando por trabajar o por todo pq ahora lo hacemos por todo. A PONERNOS LAS PILAS Y OJALÁ QUE TODO EL QUE.PASE POR EL CERRO LE COMPRÉ LAS BATEAS A DON AlFREDO. Gracias por estos reportajes.

  20. Excelente historia, la verdad un ejemplo de vida, que nos hace retomar las riendas de las nuestras, graciasl mil, bello reportaje… Saludos

Deja un comentario